Esta vez el examen para graduarse no va dirigido a los estudiantes. Son las universidades las que deben sentarse a llenar su examen para cumplir todos los requisitos y así obtener la calificación que les permitirá tener su título de acreditación.

Todos los centros de enseñanza superior que tienen más de seis años de funcionamiento deben pasar por el proceso de autoevaluación y acreditación para poder continuar sus labores educativas.

De un total de 27 instituciones que entraron en el proceso, porque cumplían los años y los requisitos, sólo cinco han recibido su certificado que las acredita como universidades que cumplen con los estándares que exigen las leyes panameñas.

La acreditación no es más que un examen que cada universidad debe pasar en cuatro pilares fundamentales: docencia, investigación e innovación, extensión y gestión.

Para que una universidad logre su certificado debe obtener un promedio de 81%, porque de lo contrario tendría que hacer varios ajustes y reunirse nuevamente con sus pares de otros países para poder obtener su título.

La secretaria ejecutiva del Consejo Nacional de Autoevaluación y Acreditación Universitaria (Coneaupa), Mariana McPherson, asegura que si en la primera vuelta la universidad no alcanza los estándares establecidos, no significa que debe cerrar, sino todo lo contrario.

“Debe trabajar con mayor ímpetu para que en el siguiente año o en menos tiempo, pueda alcanzar esos estándares por los cuales en la primera vuelta no pudieron lograrlo”, señala la profesora.

Pero si en la segunda vuelta los centros de enseñanza superiores no cumplen con los mínimos requeridos, entonces se tendría que trabajar en un plan de contingencia para los estudiantes graduados y los que están iniciando su carrera, porque su título no tendría ningún valor ni dentro ni fuera del país.

“Pero sabemos que los que no lograron pasar la primera vuelta, la segunda la pasarán”, dice muy positiva McPherson.

Sobre el escritorio de la profesora McPherson reposan varias cartas de algunas universidades que todavía no han podido culminar su proceso de autoevaluación.


McPherson aclara que todas ellas tienen hasta el próximo año para realizar sus adecuaciones y terminar sus informes.

“No significa que las universidades que no entregaron su documentación deben cerrar”, reafirma la secretaria general del Coneaupa.

Estatus de la acreditación de las universidades

El proceso se inició el 30 de marzo de este año y las universidades tenían un período de seis meses para poder reunirse con sus partes.

No obstante, McPherson aclara que se ha extendido este tiempo para que todas las instituciones cumplan con este requisito que se debe renovar cada seis años.

Dice además que tres universidades han entregado sus documentos al consejo técnico, quienes evaluarán los informes.

“No podemos decir cuáles son porque si una no se acredita ya sabrán cuáles fueron, y no queremos dar esa imagen al resto del país”, dice McPherson.

Pero revela que una de las universidades no logró todos los estándares, pero está “corriendo” para alcanzarlos y está haciendo todo lo que le hace falta para obtener su acreditación.

Hay tres más que ya recibieron el informe de los pares extranjeros y se encuentran haciendo las adecuaciones para luego entregar al comité técnico el informe final, y otras que han hecho sus alegatos y están sustentando las “incongruencias” que se encontraron.

Los cambios y dificultades

Las universidades que ya pasaron por ese proceso reconocen que no fue fácil, ya que antes de entrar a autoevaluarse tuvieron que hacer varios ajustes en sus instituciones.

No solo en la parte de infraestructura, sino que tuvieron que nivelar a todos sus profesores, ya que la acreditación exige que los docentes cuenten con un certificado que respalde el hecho de que ellos están preparados para dictar cursos de enseñanza superior.

Incluso algunas universidades no solo nivelaron a sus profesores, sino que les elevaron los niveles de exigencia y todos deben tener maestría en docencia superior, señala el rector de la Universidad Latina de Panamá (Ulatina), Modaldo Tuñón.

Pero además de ello, también tuvieron que fortalecer la institución en su conjunto, como lo hizo la Universidad Autónoma de Chiriquí (Unachi).

El profesor Roberto Guevara, miembro del comité técnico de acreditación de la Unachi, cuenta que fue un proceso que les tomó 14 meses.

Y aunque fueron la segunda universidad en recibir su título de acreditado, explica que tuvieron que hacer varias inversiones en los edificios, ya que las clases de las extensiones que tienen en Chiriquí las dictaban en aulas de colegios secundarios.

“Ya se han comprado varios terrenos para poder cumplir ese aspecto de la acreditación y así podremos tener nuestros propios salones y biblioteca”, admite Guevara.

Él cree que todas estas mejoras se podrán tener listas entre dos y tres años, antes de que tengan que renovar su acreditación.

Cumplir este requisito le costó a la Unachi 10 mil dólares para traer a Panamá a sus pares externos.

Las universidades en general también han tenido que mejorar los procesos de matrícula y automatizar los sistemas tecnológicos, al igual que el acceso a internet en el centro educativo y la entrega vía web de las notas de los estudiantes.

Son inversiones que, por ejemplo, le tomó a la Ulatina muchos dólares.

Aunque Tuñón no habló de cifras específicas, reconoce que se han invertido 19 millones de dólares en los nuevos edificios, un millón en laboratorios de ingeniería y se ha contratado más profesores a tiempo completo.

La Universidad Santa María la Antigua (USMA) también tuvo que invertir para poder cumplir su examen de acreditación.

“Hemos tenido que adecuar toda la sede para hacerle acceso a los discapacitados, bibliotecas, salones tecnológicos, lo que con- llevó un gasto aproximado de 500 mil dólares”, señala el vicerrector académico, Dimas Quiel. Afirma que esta inversión se realizó principalmente en la infraestructura.

La Universidad Tecnológica de Panamá fue la primera en recibir la acreditación, pero pese a que se le consultó, la institución prefirió no dar ningún tipo de información de los detalles del proceso.

Fallas en investigación

Aunque cinco universidades hayan recibido su acreditación, la secretaria general del Coneaupa reconoce que las principales deficiencias que tienen las instituciones son en la parte de la investigación.

“Las que no han logrado los estándares ha sido en el área de investigación, porque antes no se investigaba mucho en el país”, aclara McPherson.

Pero ahora sí será un requisito fundamental para las universidades, que tienen, por obligatoriedad, que estar acreditadas.

McPherson explica que los títulos tienen más peso en el mercado porque se reconoce como país que “se le dio todo lo que tenían que darle al estudiante durante su proceso de preparación”.

Pero también en el caso de que la universidad desee realizar una investigación con otra del extranjero, se le exige que esté acreditada.

Guevara de la Unachi reconoce que la principal falla que ellos tuvieron durante el proceso fue la parte investigativa, ya que no coordinaban sus publicaciones, y tampoco las patentes se registraban. “No solo es llevarlo al aula”, dice el también profesor de química.

La USMA también se enfrentó a esta realidad. Para poder cumplir con lo que le exige el Coneaupa deben reformar su estatuto universitario.

Quiel reconoce que les hacen falta investigadores, se deben reforzar las políticas internas y se deben hacer más investigaciones.

Pero no solo son las que realizan los profesores, sino que los estudiantes también deben ser parte de esta mejora.

Y aunque cumplieron con los estándares básicos que exige el Coneaupa, “eso significa que tenemos que mejorar”, apunta Quiel.

Asimismo, deben consolidar la dirección de extensión universitaria en un solo sitio, ya que la tienen disgregada en toda la institución.

El hecho de que una universidad esté acreditada le da un valor, no sólo a los títulos que se recibirán posterior al certificado, sino a los que ya se han otorgado.

Esta da un peso al título porque se le da un sello de calidad al proceso de formación, porque se siguieron lineamientos que hacen que haya una garantía de que los profesionales que están saliendo graduados de las aulas universitarias tienen una competencia adecuada a lo que requiere el país, afirma el ingeniero Daniel Hernández, presidente del Consejo de Acreditación de la Agencia Centroamericana de Acreditación de Programas de Arquitectura e Ingeniería. “Son estándares rigurosos, pero que facilitan la movilidad en el aspecto académico y profesional. Es una confianza de que han pasado por procesos de calidad y han salido airosos”, afirma Hernández Jiménez.

Instituciones en espera

En este nivel se encuentran tanto la Universidad de Panamá, Universidad Interamericana y Universidad Latinoamericana de Ciencia y Tecnología (Ulacit).

Aunque no se conoce exactamente en qué etapa se encuentran esas universidades antes de recibir su acreditación, sus representantes dicen que sí se han tenido que realizar varios cambios internos.

Por ejemplo, en la Universidad de Panamá (UP) se ha tenido que invertir en tecnología y enviar a capacitación al 13% del total de los profesores para que reciban el certificado de docencia superior.

La directora encargada de la Dirección Nacional de Planificación y Acreditación Universitaria, Gina Román, dice que ya la UP ha invertido 77 mil dólares para poder estar a la par de las demás universidades y cumplir lo que exige la ley.

Quien también mandó a sus profesores a cumplir su posgrado en docencia superior fue Laureate International Universities —organismo que aglutina a la Ulacit y a la Interamericana—.

Según el vicerrector académica de Laureate International Universities, William Núñez Alarcón, los docentes recibieron cursos y se les enseñó la metodología pedagógica para dictar las clases.

Igualmente están trabajando en la retroalimentación con los estudiantes y docentes para verificar que los procesos administrativos se hacen de forma correcta.

Aunque la acreditación es de forma separada, Núñez Alarcón reconoce que las dos universidades se han adecuado para cumplir con lo que exige Coneaupa. En el caso de la Interamericana, se han tenido que renovar completamente los salones de cómputo, las cocinas especiales para repostería y también la construcción de la nueva sede en la avenida Ricardo J. Alfaro.

Lo propio ocurre en la Ulacit, en donde también han mejorado el área de los laboratorios, pero todavía no están pensando en una nueva sede, porque todavía tienen espacio para seguir creciendo.

Y aunque sea obligatorio y tedioso, la acreditación “crea un mejor ser humano en las aulas y afirma las metas y plazos que como institución tienen las universidades”, concluyó McPherson durante la entrega del certificado a la Ulatina.

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