Durante los últimos 45 días, la habitual acción de abrir el grifo y tomar el agua para producir gaseosas o cocinar alimentos ha sido imposible de realizar. Aquel dicho urbano que identificaba el agua de Panamá como la mejor del mundo, ha quedado en el recuerdo.
La reciente crisis de agua potable se inició el pasado 8 de diciembre de 2010 con lluvias que azotaron el sector este de la capital y la provincia de Colón, precipitaciones que afectaron la potabilizadora de Chilibre, planta que abastece a un millón de personas en la capital.
Con esta paralización del suministro de agua potable, toda clase de empresas se han visto seriamente afectadas, registrando pérdidas millonarias.
“Ha sido un diciembre y un enero negros”, dice Fernando Zavala, presidente ejecutivo de Cervecería Nacional.
Solo durante el último mes de 2010, esta empresa redujo el 20% de la producción y en las dos primeras semanas de 2011, la misma cayó 50%.
Zavala calcula que producto de la crisis las ventas de la compañía han mermado en 6 millones de dólares. “Priorizamos la producción de agua, malta y sodas blancas, dejando en segundo lado colas y cervezas”, explica.
En esta empresa normalmente se producen al mes 300 mil hectolitros (un hectolitro equivale a mil litros).
Con la crisis, estos números bajaron a la mitad, no solamente porque no hubo suministro de agua sino que cuando llegaba, esta no tenía suficiente presión.
“Nos cortaron la llave de la planta de Miraflores para priorizar los hospitales, y nos quedamos solo con Chilibre. Había muy baja presión”, dice Zavala.
Cervecería Nacional tuvo que cambiar el horario de sus trabajadores, quienes además incurrieron en sobre tiempo. Adicionalmente, el equipo de ventas utilizó los domingos para salir a las calles.
Aunque esta empresa tenía una reserva de 14 días de producción; debido a la escasez del líquido y el aumento de la demanda, esta se acabó. “Los números ya están afectados. Tuvimos menos ventas y mayores costos”, afirma Zavala.
Con la crisis la producción bajó de siete días a tres, ahora se ha recuperado a cinco días y medio. “Ya la llave está parcialmente abierta” y están produciendo 18 mil botellas de agua Brisa de 600 mililitros por hora. Esperan aumentar esta cantidad para recuperarse.
Pero Cervecería Nacional no ha sido la única empresa grande que ha registrado pérdidas.
Coca-Cola Femsa ha dejado de vender 13% de sodas, en comparación con el año pasado.
Para producir la marca de agua Dasani los costos subieron 800%, porque tuvieron que transportar agua en carros cisterna, explica Danny González, gerente de Asuntos Corporativos para Centroamérica de esta compañía. Ellos han tenido que importar producto de Costa Rica, para poder abastecer el mercado de gaseosas en Panamá.
Y mientras en la industria de refrescos llueve, en la de jugos no escampa. En Conservas Panameñas Selectas, que producen los jugos Del Prado, las pérdidas superan los 225 mil dólares, revela Fernando Jiménez, gerente general de la empresa.
Desde el 8 de diciembre de 2010 hasta el 18 de enero de 2011, han tenido una producción de 1.7 millón de litros, lo que representa 728 mil 151 litros menos que los 2.5 millones de litros producidos para el mismo periodo anterior.
La primera medida que se tomó fue suspender las exportaciones a Estados Unidos, Costa Rica e islas del Caribe, cifras que suponen al mes un ingreso estimado de 60 mil dólares.
Para continuar con la producción de jugos, Del Prado tuvo que recurrir a Estrella Azul, empresa hermana que pertenece al grupo Conservas Panameñas y a la que pidieron agua de su planta de tratamiento.
Esta planta tiene una capacidad de 400 mil galones y el traslado del agua se hizo a través de camiones cisterna propios.
Del Prado también tuvo que reactivar un tanque de 10 mil galones que estaba sin operar y tienen planeado poner en funcionamiento unos pozos de agua que tienen en su planta ubicada en la Vía Transístmica. “La planta tiene 52 años de funcionamiento y hasta hace 20 años trabajábamos con agua de esos pozos. Es paradójico, pero habrá que volver a lo básico”, señala.
A juicio de Jiménez, la crisis de la turbiedad del agua presentada durante el mes de diciembre puede agravarse con la venidera temporada de lluvias.
“Esto puede ser solo un aviso”, piensa en voz alta.
Contradictoriamente, otras de las industrias que en cierta medida se vieron perjudicadas por la turbiedad del agua fueron justamente las empresas de agua embotellada.
En Purissima, donde normalmente el horario de producción es de 6:00 a.m. a 10:00 p.m., tuvieron que recortarlo hasta las 3:00 de la tarde, porque a esa hora dejaba de llegar el agua, admite Leonardo Brostella, gerente general de la marca.
Para enfrentar los niveles de turbiedad del agua, se tuvo que aumentar la cantidad de lavado de filtros hasta seis veces al día y reemplazarlos cuando ya no pudieran utilizarse más. Cada filtro tiene un costo de 55 dólares, sin contar las cargas de arena de cuarzo, carbón activado y gravas, utilizados como componentes para purificar el agua.
Aunque prefiere reservarse las cifras de lo invertido, Brostella explica que otro de los inconvenientes que tuvo fue con el personal, que tuvo que doblar turnos por varios días, “lo cual nos trajo una cantidad considerable en el pago de sobre tiempos”.
Se reduce oferta gastronómica
Tanto los restaurantes como los hoteles utilizan agua como producto básico para todo su funcionamiento, y aunque no producen, la falta de este líquido les llevó a cambiar la fórmula de atención a clientes y huéspedes.
Algunas de estas medidas han sido hervir el agua para poder cocinar, servir la comida en vajilla plástica para no utilizar lavaplatos y colocar dos botellas de agua en cada habitación.
Sara Pardo, presidenta de la Asociación Panameña de Hoteles (Apatel), calcula que en este período se han consumido 23 mil botellas diarias en las 10 mil habitaciones que hay en la capital.
“Se ha tenido que comprar agua de carros cisterna, utilizar las reservas, y aunque es difícil cuantificar las pérdidas porque la crisis se ha agudizado este mes y los hoteleros no han reportado cifras, sí ha aumentado la compra de agua embotellada y se ha duplicado el consumo”, agrega.
Durante tres días, la gerencia del hotel Sheraton, que cuenta con una reserva de 30 mil galones, tuvo que pedir tres carros cisterna. Una medida que les costó 2 mil dólares.
“Aunque tenemos procesos de filtrado de agua, comenzamos a realizar pruebas de laboratorio para cerciorarnos de la calidad del líquido que estaba llegando”, sostiene Alberto Landero, subgerente ejecutivo de la cadena.
En este hotel el consumo de agua en botella se incrementó en 200%. Ahora la situación está en franca recuperación, admite.
En el caso de los restaurantes, el punto cumbre de la crisis parece haber sido superado ahora que el servicio se está normalizando.
Pero mientras la situación estaba crítica no solo hubo que comprar agua para llenar sus reservas, sino que al no poder estar abiertos todos los días en su horario normal perdieron mucho dinero.
Para Leopoldo Dacky Liakópulos, presidente de la Asociación de Restaurantes y Afines de Panamá, se registró un bajón del 20% en las ventas porque los locales “han cerrado temprano y limitado los menús. No es lo mismo vender una sopa que papas fritas”.
En el caso de tres Niko’s Café —Los Pueblos, El Dorado y Calle 50—, se cancelaron las máquinas de soda, tuvieron que hervir agua para cocinar y utilizar carros cisterna, para lo cual se pagaron 450 dólares por viaje, necesitando de 1 a 2 diarios.
Mc Donald’s también tuvo que utilizar sus tanques de almacenamiento de agua, y aunque no reveló cuánto consume, sus voceros indicaron que la cadena cuenta con un sistema para el tratamiento del líquido.
De acuerdo con Rita Gutiérrez, gerente de Comunicaciones Corporativas para Panamá y Costa Rica de la cadena, los alimentos que utilizan vienen empacados y listos para ser utilizados y no se han cancelado máquinas de soda.
Las pymes también sufren
Existen compañías que basan su negocio en el agua. Uno de los comercios que más se vio afectado por la crisis del agua, fueron los salones de belleza.
Grandes avisos que indicaban: “No hay agua”, fueron colgados en las puertas de estos locales, que en muchos casos se limitaron a realizar cortes de cabello.
La cadena Natural Look, con cuatro sucursales en la ciudad de Panamá y una planilla de 70 empleados, tuvo pérdidas de 350 dólares diarios, explica su vocera Keasy Batista.
En su sucursal de Vía Porras, por ejemplo, en un día normal llegan a realizar 50 blowers, y con la crisis estos se redujeron a 20 diarios. En la aplicación de tintes, la caída fue más dramática, pasando de 30 a 10.
Para enfrentar la situación y sobrevivir, reorientaron las labores del mensajero, quien pasó de hacer tareas administrativas a distribuidor de agua. “En la sede de Vía Porras tenemos un tanque de reserva que utilizamos para surtir a las demás sucursales. Llenamos pequeños tanques con rosca o tapa y el mensajero los lleva en el carro del jefe”, explica Batista.
La mayoría de los clientes de esta cadena de belleza ahora llega con el cabello mojado en lugar de lavárselo en el salón.
Otros pequeños empresarios también han tenido que improvisar ante la falta de agua.
Benjamín Sandoval, por ejemplo, quien maneja una clínica odontológica en Bethania, explica que los gastos en el último mes se le han triplicado, el tiempo de atención se ha duplicado y los pacientes disminuyeron a la mitad. Antes de la crisis, en promedio demoraba para atender a un paciente 20 minutos. Con la falta de agua este tiempo se ha extendido a 40 minutos, ya que no solo debe filtrar el líquido que usa sino también destilarlo.
Para poder llevar a cabo este proceso, tuvo que comprar un químico que limpia el agua que sale del grifo. El medio galón de este líquido cuesta cinco dólares, y en promedio cada paciente utiliza un galón.
“Los precios se han triplicado”, afirma Sandoval. Los gastos del odontólogo también incluyeron la compra de un filtro de agua por 75 dólares.
Las soluciones
Con el agua (turbia, pero agua) al cuello, el sector privado plantea soluciones a la crisis.
Aunque personalmente su empresa de embutidos “no se vio afectada por estar en una zona baja de la ciudad”, Juan Francisco Kiener, presidente del Sindicato de Industriales de Panamá, sí reconoce que el gremio que representa fue uno de los más golpeados.
“El Gobierno debe evitar que algo así vuelva a ocurrir, independientemente del nivel de turbiedad que se presente en el lago”, se queja el empresario.
Para Kiener las soluciones a la crisis pasan necesariamente por dos vertientes: la ecológica y la de reingeniería.
Por un lado estima necesaria la pronta reforestación de los alrededores del lago Alajuela, con el fin de mantener los niveles del embalse. Adicionalmente, plantea que otra solución a mediano plazo sería el rediseño de la potabilizadora Federico Guardia Conte de Chilibre para que comience a trabajar de manera similar a las del interior del país, que trabajan con agua de río, líquido mucho más turbio que la extraída del lago.
Pese a que se intentó obtener una respuesta por parte del Instituto de Acueductos y Alcantarillados Nacionales (Idaan), para conocer cuáles son los proyectos y el monto que se ha invertido en las mejoras a la planta debido a esta crisis, no se obtuvo respuesta.
Mientras tanto, los empresarios siguen haciendo maromas para enfrentar la crisis.
La naturaleza les ha dado una tregua. Por ahora no está lloviendo. Pero en mayo, cuando la lluvia comience, los recuerdos del pasado “diciembre negro” podrían convertirse de nuevo en pesadilla.
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